MICHOACAN PREOCUPA A MEXICO.
JUEVES 31 DE OCTUBRE DEL 2013.
Como es natural en todo cambio de
gobierno, sobre todo si es de partidos diferentes y aún cuando hay un proceso
de transición que sexenio a sexenio se hace más completo, lo que permite que
los funcionarios salientes hagan un ejercicio administrativo de entrega de los
asuntos a su cargo y que los funcionarios entrantes se compenetren en los
asuntos que estarán bajo a su responsabilidad y que conozcan los obstáculos así
como las razones, aquellas que el público normal no conoce pero que son
indispensables para la toma de decisiones, y algo muy importante, que ubiquen
los recursos de que disponen para hacerle frente al primer año de la
administración entrante.
Pero como siempre, surgen imprevistos que
obligan al ajuste en la agenda y modifican las prioridades por atender del alto
mando gubernamental.
Y hay situaciones que se heredan que por
su complejidad no es tan fácil ni tan rápido el cambio de estrategias y esto
parece que está pasando en Michoacán, que hace siete años se convirtió en el
laboratorio de los complejos de un Presidente que soñaba con ser un héroe de
guerra y utilizó sin ninguna planeación ni estrategia al ejército mexicano,
institución pública que goza del mayor prestigio y ese valor inapreciable que
es la confianza y la credibilidad del pueblo mexicano, pero que no estaban
preparado para esa tarea ni es su función constitucional.
Y como era de esperarse, esa guerra como
la llamó el Presidente Calderón, no
solo se perdió en Michoacán, estado bellísimo donde se permitió al Presidente
meterse a su antojo, sobre la peregrina opinión de que como era de ese estado,
el Presidente pretendía cuidarlo con las fuerzas armadas y erradicar los cárteles
de la droga y la delincuencia organizada y lo apoyaría sin límites en su
seguridad y en crecimiento económico.
Esa pésima y muy personal decisión del
Presidente le costó a la sociedad mexicana más de 60 mil muertos y miles de
desaparecidos en su sexenio, y que él y su familia cada día aumentara el
personal de seguridad como hasta la fecha, en un número varias veces lo
acostumbrado para personajes de ese nivel.
Esa acción estimuló a los grupos
organizados combatidos a capacitarse mejor, a armarse más y con armamento
moderno en algunos casos más sofisticado que el del propio ejército.
La falta de una selección eficiente del
personal de policía y sus precarias condiciones, dio oportunidad a que se
convirtieran en colaboradores de los cárteles y en una guerra ciega, en la que
no se sabe en quien confiar y menos en aquellos responsables de otorgar la
seguridad a los ciudadanos y sus bienes.
Hoy México tiene serias inquietudes,
tanto por las reformas legales como por la reducción de su crecimiento y
creación de empleos, en que los grupos productivos organizados presentan
resistencia a aceptar las reformas propuestas por el ejecutivo federal, pero lo
que sin duda capta la mayor preocupación es el nivel de violencia que azota
Michoacán, donde el fin de semana pasada la agresión no fueron limitadas a
algún ciudadano o negocio, sino que elevaron su nivel y atacaron 18
instalaciones de la CFE cuyos daños dejaron sin energía a 400 mil habitantes y
a varias gasolineras y un enfrentamiento entre los llamados policías comunitarios
y los grupos “Los Templarios” y la “Familia Michoacana”. Y la autoridad? Bien,
gracias.
Un gobernador electo enfermo que no ha
ejercido el poder, sustituido por un cercano colaborador de él pero al que
nadie le hacía caso ante la incertidumbre de su permanencia y el retorno del
gobernador electo, lo que al fin sucedió, pero al que se ve tan enfermo como
cuando pidió licencia para atender su salud.
Total, Michoacán en el desastre absoluto
y por más declaraciones oficiales que se hacen, la percepción es que lo
sucedido es de lo más grave no solo para ese bello estado, sino para todo
México.
No es hora de inventar ni de pensar que
el tiempo les dará la experiencia a los funcionarios para resolver el problema.
Hay que llamar a los que ya saben COMO resolver los problemas.
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