VIERNES 18 DE FEBRERO DEL 2011.
Es común escuchar a personajes de las distintas actividades económicas pero especialmente en el campo de la política, la expresión “eso a mí, no me va a pasar”, cuando se le plantea problemas que causaron daños en la imagen o gestión de otros en condiciones similares, y por lo general les pasa.
Es condición humana esta expresión y también estos resultados y si además consideramos que todos los grandes problemas empezaron siendo pequeños y por esta pequeñez no los atienden a tiempo y su crecimiento se sale del control y los daños son muchas veces irreversibles y los costos van más allá del daño a la persona, abarca a la empresa, al gobierno, a la institución.
En tiempos recientes tenemos ejemplos amplios y variados y estos obedece a que olvidamos la historia y uno de ellos que seguramente fue objeto de estudios dentro y fuera del país, es el caso del desafuero de Andrés Manuel López Obrador de su cargo de Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
El Presidente Vicente Fox, en su afán de impedir su participación en la contienda electoral presidencial a quien en ese momento tenía una delantera casi como la que tiene hoy Enrique Peña Nieto, decidió desaforarlo por razones sin peso como quedó ampliamente demostrado.
Pero la sociedad capitalina entendió que era una injusticia lo que se hacía en contra de López Obrador, quien además se movió con habilidad en este evento y quedó como víctima del poder y la sociedad lo cobijó.
Y en una impresionante marcha los capitalinos repudiaron al gobierno federal su decisión y lo importante es que en esta marcha no estuvieron solo los pobres, sino las mismas señoras encopetadas de Polanco y Tecamachalco marcharon junto con los de las colonias Bondojito y los invasores del Ajusco. La pobreza no inspiró esta marcha. La inspiró la injusticia.
Y el PRI se exhibió una vez más de muy fea forma, ya que se prestó al juego de Fox de desaforar y quedó como dicen en mi pueblo: colgado de la brocha.
Pero no aprendió. Colaboró para que Calderón tomara posesión y ahora el Presidente Calderón hace todo lo posible para impedir su regreso a Los Pinos.
Y a veces no se considera a pequeños detalles que se convierten en detonadores de grandes movimientos, como el desalojo de un comerciante ambulante en el Cairo, incidente menor pero que fue la chispa que provocó la salida de un gobernante con más de 30 años en el poder en Egipto.
Y los medios, que registran estos hechos no se escapan y tenemos fresco en la memoria el abrupto despido de Carmen Aristegui de su noticiero radiofónico en la empresa MVS, por el comentario de que Presidente Calderón es víctima del alcoholismo, hecho que había provocado anteriormente un desaguisado en la Cámara de Diputados, con la exhibición de parte de dos diputados de PT afectos al escándalo, especialmente Fernández Noroña, de una manta en donde señalan la condición de alcoholismo del Presidente. Hecho que desde luego merece ser reprobado. La más alta tribuna del país merece respeto.
Y aunque la Presidencia de la República se desmarcó de la decisión de la empresa MVS, la percepción es que si influyó en el despido de la periodista y la percepción es más poderosa que la realidad.
Y la condición humana del mexicano, que de inmediato se solidariza con el más débil, provocó un apoyo masivo a la periodista y la empresa tuvo que dar marcha atrás y Carmen Aristegui de nuevo frente a los micrófonos y ahora en calidad de intocable.
La historia es una banda sin fin para aquellos que se piensan superiores y creen que: eso a mí, no me va a pasar. Y les pasa.
Es común escuchar a personajes de las distintas actividades económicas pero especialmente en el campo de la política, la expresión “eso a mí, no me va a pasar”, cuando se le plantea problemas que causaron daños en la imagen o gestión de otros en condiciones similares, y por lo general les pasa.
Es condición humana esta expresión y también estos resultados y si además consideramos que todos los grandes problemas empezaron siendo pequeños y por esta pequeñez no los atienden a tiempo y su crecimiento se sale del control y los daños son muchas veces irreversibles y los costos van más allá del daño a la persona, abarca a la empresa, al gobierno, a la institución.
En tiempos recientes tenemos ejemplos amplios y variados y estos obedece a que olvidamos la historia y uno de ellos que seguramente fue objeto de estudios dentro y fuera del país, es el caso del desafuero de Andrés Manuel López Obrador de su cargo de Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
El Presidente Vicente Fox, en su afán de impedir su participación en la contienda electoral presidencial a quien en ese momento tenía una delantera casi como la que tiene hoy Enrique Peña Nieto, decidió desaforarlo por razones sin peso como quedó ampliamente demostrado.
Pero la sociedad capitalina entendió que era una injusticia lo que se hacía en contra de López Obrador, quien además se movió con habilidad en este evento y quedó como víctima del poder y la sociedad lo cobijó.
Y en una impresionante marcha los capitalinos repudiaron al gobierno federal su decisión y lo importante es que en esta marcha no estuvieron solo los pobres, sino las mismas señoras encopetadas de Polanco y Tecamachalco marcharon junto con los de las colonias Bondojito y los invasores del Ajusco. La pobreza no inspiró esta marcha. La inspiró la injusticia.
Y el PRI se exhibió una vez más de muy fea forma, ya que se prestó al juego de Fox de desaforar y quedó como dicen en mi pueblo: colgado de la brocha.
Pero no aprendió. Colaboró para que Calderón tomara posesión y ahora el Presidente Calderón hace todo lo posible para impedir su regreso a Los Pinos.
Y a veces no se considera a pequeños detalles que se convierten en detonadores de grandes movimientos, como el desalojo de un comerciante ambulante en el Cairo, incidente menor pero que fue la chispa que provocó la salida de un gobernante con más de 30 años en el poder en Egipto.
Y los medios, que registran estos hechos no se escapan y tenemos fresco en la memoria el abrupto despido de Carmen Aristegui de su noticiero radiofónico en la empresa MVS, por el comentario de que Presidente Calderón es víctima del alcoholismo, hecho que había provocado anteriormente un desaguisado en la Cámara de Diputados, con la exhibición de parte de dos diputados de PT afectos al escándalo, especialmente Fernández Noroña, de una manta en donde señalan la condición de alcoholismo del Presidente. Hecho que desde luego merece ser reprobado. La más alta tribuna del país merece respeto.
Y aunque la Presidencia de la República se desmarcó de la decisión de la empresa MVS, la percepción es que si influyó en el despido de la periodista y la percepción es más poderosa que la realidad.
Y la condición humana del mexicano, que de inmediato se solidariza con el más débil, provocó un apoyo masivo a la periodista y la empresa tuvo que dar marcha atrás y Carmen Aristegui de nuevo frente a los micrófonos y ahora en calidad de intocable.
La historia es una banda sin fin para aquellos que se piensan superiores y creen que: eso a mí, no me va a pasar. Y les pasa.
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