
VIERNES 21 DE MAYO DEL 2010.
No hay duda de que cada quien habla de la feria según le va en ella, así el proceso electoral local del domingo pasado, en el que se eligió a los 15 diputados locales por elección directa y a los 106 ayuntamientos, merecen diferentes calificaciones, desde las que emitieron los perdedores hasta los ganadores y miembros de la sociedad.
Para los que perdieron fue una elección de estado y al no cuadrarles las cifras a su favor, manifiestan que es más importante limpiar la elección que las cifras.
Hace tres años, en la elección de Presidente Municipal de Mérida, el actual Presidente Municipal ganó por menos de 1,500 votos y el candidato del PRI y el mismo partido aceptaron su derrota y cuidaron que el proceso de entrega y gobierno municipal se desarrollaran en un ambiente tranquilo. En ese entonces el PAN manifestó su complacencia por el árbitro electoral, que hoy es el mismo de ese entonces, integrado casi por las mismas personas. Hoy la diferencia a favor del PRI es de más de 14 mil votos, 10 veces más que la diferencia de la elección del 2007, con menos recursos de inconformidad en las casillas y sin embargo levantan la voz señalando que el árbitro fue parcial, incompetente y que sus integrantes deben de renunciar.
Una diferencia de opinión lamentable, que actitudes como éstas solo enrarecen la convivencia social y es regresar al pasado, cuando con manifestaciones, el PAN, el partido hoy derrotado, lograba en la mesa de las llamadas concertacesiones lo que el electorado le negaba en las urnas.
Pero hay un hecho: el PRI ganó limpiamente.
Que la oposición califica la elección como “una elección de estado”, pueden calificarla como deseen, pero el hecho es que este apelativo agrede al ciudadano, que estimulado por los candidatos acudieron a votar, no en la proporción que los yucatecos estamos acostumbrados pero si en un porcentaje importante, que sigue siendo de los más altos del país.
Durante la campaña, los partidos y candidatos presentaron a la sociedad sus propuestas y sus perfiles personales y de los integrantes de las planillas; los medios dieron los espacios que se contrataron o por considerar la noticia de interés; los columnistas se dieron vuelo alabando o criticando a los candidatos según sus preferencias y todo ello con plena libertad.
Y el resultado con base en cifras, es claro:
El PRI gana en 63 municipios, 4 más que el 2007 y el PAN gana en 35 contra los 38 del 2007; el PRI gana en 13 distritos y dos en definición al momento de escribir esta Reflexión, contra 10 en el 2007 y el PAN tiene dos en empate técnico contra 5 en el 2007.
La población del estado que gobernará el PRI será de un millón 359 mil ciudadanos contra los 688 mil que gobernaba según la elección del 2007; mientras que el PAN gobernará para 361 mil 700 habitantes en el 2010 contra un millón 28 mil 500 en el 2007. Esto es un claro avance del PRI y un notable retroceso del PAN.
Y los partidos políticos deben de ser cuidadosos de su responsabilidad, ya no deben de seguir agrediendo a la Gobernadora del Estado a la que culpan hasta de que no salga el Sol. Ella ha aguantado con singular disciplina esta “guerra sucia”, igual o peor a la que vivió durante su campaña en el 2007 y ha invitado a todos los sectores y ciudadanos de que ahora debemos de trabajar para sacar adelante a Yucatán y no seguir perdiendo el tiempo pretendiendo polarizar a la sociedad. Esta situación ya la vivimos en el pasado y solo la superamos por la inteligencia de las dos partes. Hoy de nueva cuenta Yucatán requiere de las dos partes. Una ya hizo el llamado a la unidad y trabajo, falta la respuesta de la otra parte.
Y con estos resultados electorales, Ivonne Ortega Pacheco se consolida como lo señalé en mis reflexiones de hace dos años, como un activo político de la mayor importancia para el Estado.
Para los que perdieron fue una elección de estado y al no cuadrarles las cifras a su favor, manifiestan que es más importante limpiar la elección que las cifras.
Hace tres años, en la elección de Presidente Municipal de Mérida, el actual Presidente Municipal ganó por menos de 1,500 votos y el candidato del PRI y el mismo partido aceptaron su derrota y cuidaron que el proceso de entrega y gobierno municipal se desarrollaran en un ambiente tranquilo. En ese entonces el PAN manifestó su complacencia por el árbitro electoral, que hoy es el mismo de ese entonces, integrado casi por las mismas personas. Hoy la diferencia a favor del PRI es de más de 14 mil votos, 10 veces más que la diferencia de la elección del 2007, con menos recursos de inconformidad en las casillas y sin embargo levantan la voz señalando que el árbitro fue parcial, incompetente y que sus integrantes deben de renunciar.
Una diferencia de opinión lamentable, que actitudes como éstas solo enrarecen la convivencia social y es regresar al pasado, cuando con manifestaciones, el PAN, el partido hoy derrotado, lograba en la mesa de las llamadas concertacesiones lo que el electorado le negaba en las urnas.
Pero hay un hecho: el PRI ganó limpiamente.
Que la oposición califica la elección como “una elección de estado”, pueden calificarla como deseen, pero el hecho es que este apelativo agrede al ciudadano, que estimulado por los candidatos acudieron a votar, no en la proporción que los yucatecos estamos acostumbrados pero si en un porcentaje importante, que sigue siendo de los más altos del país.
Durante la campaña, los partidos y candidatos presentaron a la sociedad sus propuestas y sus perfiles personales y de los integrantes de las planillas; los medios dieron los espacios que se contrataron o por considerar la noticia de interés; los columnistas se dieron vuelo alabando o criticando a los candidatos según sus preferencias y todo ello con plena libertad.
Y el resultado con base en cifras, es claro:
El PRI gana en 63 municipios, 4 más que el 2007 y el PAN gana en 35 contra los 38 del 2007; el PRI gana en 13 distritos y dos en definición al momento de escribir esta Reflexión, contra 10 en el 2007 y el PAN tiene dos en empate técnico contra 5 en el 2007.
La población del estado que gobernará el PRI será de un millón 359 mil ciudadanos contra los 688 mil que gobernaba según la elección del 2007; mientras que el PAN gobernará para 361 mil 700 habitantes en el 2010 contra un millón 28 mil 500 en el 2007. Esto es un claro avance del PRI y un notable retroceso del PAN.
Y los partidos políticos deben de ser cuidadosos de su responsabilidad, ya no deben de seguir agrediendo a la Gobernadora del Estado a la que culpan hasta de que no salga el Sol. Ella ha aguantado con singular disciplina esta “guerra sucia”, igual o peor a la que vivió durante su campaña en el 2007 y ha invitado a todos los sectores y ciudadanos de que ahora debemos de trabajar para sacar adelante a Yucatán y no seguir perdiendo el tiempo pretendiendo polarizar a la sociedad. Esta situación ya la vivimos en el pasado y solo la superamos por la inteligencia de las dos partes. Hoy de nueva cuenta Yucatán requiere de las dos partes. Una ya hizo el llamado a la unidad y trabajo, falta la respuesta de la otra parte.
Y con estos resultados electorales, Ivonne Ortega Pacheco se consolida como lo señalé en mis reflexiones de hace dos años, como un activo político de la mayor importancia para el Estado.
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