
VIERNES 28 DE MAYO DEL 2010.
Hay varias razones por las que se gana en una competencia:
Una, es la mayor capacidad de uno de los competidores; dos la ineficiencia de los demás. Es decir hay competencias en las que gana el mejor y hay otras en las que gana el menos malo y cuando esto sucede los beneficios esperados no llegan.
Y hay personajes o grupos que no tienen el mayor interés en el triunfo sino en la competencia misma, ya sea porque así está hecho por su formación o porque competir le representa una situación cómoda o le reditúa amplios beneficios.
Hay también quienes conocen mejor el papel de oposición de críticos a los ganadores, que de la responsabilidad del triunfador.
En fin, hay de todo en el amplio espectro de las competencias, especialmente en la electoral, que es precisamente la que los yucatecos acabamos de vivir y cuyas secuelas seguiremos viviendo en los próximos tiempos.
Para los ciudadanos, para la sociedad en su conjunto, los procesos electorales son de la mayor importancia, ya que significan establecer caminos y metas por lo general diferentes, que le presentan los partidos políticos y los candidatos que aspiran a conseguir el voto ciudadano.
Y ambos, ganadores y perdedores tienen una enorme importancia y responsabilidad con los electores.
Los ganadores no solo tienen la responsabilidad de cumplir con sus promesas de campaña, sino ante su partido y simpatizantes deben de rendir buenas cuentas, para que en el siguiente proceso electoral la confianza ciudadana de nueva cuenta les confíe su destino y puedan consolidar los programas, avanzar en su carrera política y que la inversión que el Estado hace en ellos tenga rendimientos aceptables.
Pero los perdedores también tienen una elevada responsabilidad. No pueden situarse en esa posición con el simple hecho de ser críticos de toda actividad de los ganadores. Tienen una responsabilidad con quienes le dieron su voto y tienen la obligación de buscar el triunfo en la siguiente elección y cuando las sociedades maduran, evolucionan, la simple crítica no es suficiente para retornar al podio de los ganadores.
Tampoco es suficiente contar con el apoyo de poderes superiores, Yucatán lo ha demostrado recientemente y la alternancia duró muy poco, a pesar de que el gobierno del PAN que gobernó del 2001 al 2007, tuvo todo el apoyo del gobierno federal y sin embargo en las elecciones del 2007 de nueva cuenta le entregó el Gobierno estatal al PRI, que utilizó como armas básicas y fundamentales, la unidad de las diferentes corrientes que normalmente conviven en el seno de un partido; la selección de una candidata que el método establecido reflejó la más adecuada; el establecimiento y cumplimiento riguroso de una estrategia de campaña; la solidaridad del priismo nacional que entendió la necesidad de hacerse presente todo tiempo en todo lugar y ya en el gobierno no perder el contacto con los electores, para continuar gozando de su apoyo tal como lo consiguió en las elecciones federales del 2009 y ahora en las locales del 2010.
Pero la sociedad espera más de los partidos políticos.
Espera que eleven el nivel del debate. Que los triunfadores trabajen con eficiencia, honestidad, sensibilidad social y visión de estado y de futuro; y que los perdedores también se pongan a trabajar, aceptando su derrota, eliminando la amargura que no les deja ver el panorama y que la crítica por la crítica no es la forma de ganar simpatías. El papel de retador agresivo puede ser atractivo en algún momento, pero no hará así el avance social.
La sociedad necesita que las partes se complementen.
Ambos, los ganadores y los perdedores representan sectores importantes del electorado; cada quien en su lugar deben de poner lo mejor de ellos para que el gran ganador sea el ciudadano, la sociedad.
Los yucatecos y en especial los meridanos así lo esperamos.
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